Por Micaela Sappa
Me gustaba mucho la idea de ir a Brasil para presenciar el camino de la selección en el Mundial de fútbol. Por varios motivos no lo pude concretar, igualmente no me impidió alentar a la celeste desde la comodidad de mi hogar. Con mi familia comenzábamos los preparativos el día antes al partido. Preparábamos la “picada” y nos vestíamos de color celeste. La bandera uruguaya colgaba del balcón y nos reuníamos todos enfervorizados con muchas ganas de festejar.
Lamenté mucho el haber perdido el primer partido, pero luego con los otros dos ganados fui recobrando la esperanza de poder llegar a la final.
Cada vez más agregaba objetos alusivos en mi casa a modo de cábala, y la alegría crecía cada vez más.
Una reacción equivocada, provoco la sanción casi mortal e injusta a nuestro mayor exponente Luis Suarez. La tristeza e impotencia que sentí, la vi reflejada en el pueblo, ya nada era igual desde ese momento nuestro sueño se apagó para dar luz a otros rivales.
Sin Uruguay en carrera, para mi el mundial ya no tenia sentido. De todas maneras comencé a simpatizar por otros equipos y pronosticaba quién llegaría a la final.
Son cosas del fútbol, se gana y se pierde, pero mi orgullo hacia nuestra selección sigue intacto porque nos representaron con valentía.
En mi corazón siempre llevaré tatuado:
¡¡¡¡VAMO ARRIBA LA CELESTE!!!!
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