domingo, 25 de agosto de 2013

Relato de ficción

Por Camila Aldabalde

Una mañana, salíamos junto con mi familia a recorrer los departamentos de Maldonado, Rocha y Canelones. En el trayecto visitamos los balnearios de Solis, Punta Ballena, Santa Teresa y La Paloma. Pasamos un día lleno de aventuras subiendo los cerros. Pero al regreso, algo extraño sucedió. Veníamos por la ruta 8, en la altura de la Ciudad de Rocha, cuando se desató una tormenta.

La ruta se inundó, entonces tuvimos que tomar por otro camino, un camino de tierra, sin luces y bastante abandonado. Comenzamos a andar unos 25 kilómetros hasta que en determinado momento la batería del auto se agotó. Los celulares no tenían cobertura y por lo tanto no nos podíamos comunicar.

Al cabo de un rato, nos dignamos a comenzar a empujar el auto ya que la lluvia había cesado. Pasaron unos minutos hasta que vimos que se acercaba una sombra de un señor con un perro.
El señor era un peón del campo vecino y nos ayudó a llevar el auto hasta su campo, nos dio abrigo, comida y alojamiento para que pudiéramos descansar.
A la mañana siguiente la tormenta había terminado y pudimos regresar sin ningún problema. Agradecimos al peón y partimos rumbo a nuestra casa...

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