jueves, 30 de octubre de 2014

Amanecer - Parte 2

Por Noelia Da Fonseca





 Dirección y guión: Bill Condon Melissa Rosenberg. Con Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Maggie Grace, Peter Facinelli, Dakota Fanning, Nikki Reedy y Michael Sheen.

Lejos del descaro, el atrevimiento y la superación frente a una propuesta que lleva recaudados 2.500 millones de dólares mundialmente, quien sin querer vió alguna escena en un canal de cable, o mucho peor, fue al cine a contemplar este filme sabe que los problemas, limitaciones y conservadurismos de la saga Crepúsculo se conocen de memoria. Al menos quienes se desligan un poco ese pensamiento del amor, el romanticismo y la pomposidad ante un matrimonio medio humano, medio vampiro donde no hay problemas de metraje en los interminables planos de la pareja mirándose, besándose y volviéndose a mirar, a no ser el contenido, que tan poco preocupa en las fans al llorar, gritar y extasiarse desde el minuto uno.


 Si hablamos justo de ese arranque, Amanecer - Parte 2 apela como nunca a una pesada estética publicitaria (grotesca, que pretende ser seria pero se queda en intentos) y tiene una de las peores musicalizaciones. Y no, nunca lo habían logrado, y esto no tiene por que sorprender al espectador.Nadie pretendía algo sofisticado e intelectual, pero en el terreno estético y narrativo Condon pierde varios puntos.

Claro que esas carencias se ven compensadas (para los fans, claro) con el inevitable pico de intensidad que todo cierre de una saga como esta genera destacando la batalla final con los malvados Volturis y el “felices para siempre” tranquilizador que convence y emociona a los seguidores. Muy bien pensada está la secuencia al fin de la película en la que todos los actores de la saga se van presentando cual despedida de una compañía de teatro que agradece la fidelidad de su público. Que increíblemente, sigue acuidiendo a perder su tiempo.

Decir de qué se trata la película no aportará mucho. Quienes la vieron ya lo sabrán, los que no, dificilmente querrán hacerlo. Pero como “importante” tenemos a Bella (Kristen Stewart, la chica con la expresividad de una taza) ya casada luego de su  luna de miel en la casa de la playa (con un vampiro, en la playa, sin nadar ni tomar sol) y convertida en vampira (muy a pesar de frases como "solo me siento completa cuando Jacob está cerca" con Edward delante). Con una fuerza insólita, es madre de una niña que crece a toda velocidad. La pequeña Renesme es quien se ubica en el centro de la escena, ya que los Volturi quieren matarla (según ellos, podría ser una amenaza para el futuro de la especie), y, sí, los lobos comandados por Jacob (Taylor Lautner) se unen para defenderla. Los vampiros se pelean arrancándose la cabeza los unos a los otros, como si descorchasen una botella de champagne, con una facilidad admirable y por supuesto, sin chorros de sangre. Además tienen poderes extra, como si fuesen miembros de X-Men: una electrocuta, formar escudos invisibles, leer las mentes, y la falta absoluta de talento, que no se reduce a los actores, sino a los guionistas también con su letra de “¡Nací para ser vampira!” Que como cualquier conocedor de lo básico en fantasía sabe, los vampiros no nacen, sino que mueren como personas infectadas y retornan a este mundo como no-muertos. Además de malos novelistas y guionistas, completamente analfabetos. El equipo técnico merece respeto, rodar algo así, con diálogos de risa, cabezas volando, peluqueros tras los actores, peinándoles en las peleas. ¿Qué obtenemos? Una escena de lucha al final de la película que además parece grabada con la cámara sobre una batidora.  

Si, claro que no hay que olvidarse el contenido sexual expectado por el público adolescente. Pero la restricción por edades amenaza los resultados de taquilla y la secuencia no pasa de los 10 segundos con las sábanas hasta el cuello. Lo único que vemos es el rostro de Bella que no nos deja claros sus gestos. Bueno, ¿cuándo lo hizo?

A partir de aquí, la película se descubre con una trama con potencial como es el primer embarazo conocido de una humana por un vampiro, de grandes consecuencias y considerado como una aberracion por toda la fauna fantástica del filme. (Porque claro, es entendible, su amor es tan especial que aquello nunca había pasado antes. Y enfatizamos más esa magia y cursilería con la negación a la consideración de no tener a la criatura.)
Si de cine no hubo mucho, la explicación de tal suceso revolucionario para el público irá por otro lado: por el boom de lo vampírico, por las formas del sexo adolescente, por la astucia de los capos del marketing. Un misterio cultural y sociológico que sería bueno algún día explicar.

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