Por Alejandro Di Doménico
Iba yo una vez caminando tranquilamente por la Plaza Independencia de Durazno, en plenas vacaciones de verano, con mi primo Francisco. Estábamos yendo a la casa de mi abuela, pero, como a mi primo le vino hambre, fuimos a comer una hamburguesa a un carro de comida de la misma plaza. El problema fue que demoramos un buen rato comiendo y oscureció.
Sin importarnos mucho seguimos nuestro camino a la casa de la abuela. Entonces, después de caminar 7 cuadras nos dimos cuenta de que un hombre nos estaba siguiendo. Empezamos a caminar más rápido, pero ese extraño hombre nos siguió corriendo de atrás. Sentía mucha adrenalina y asumo que mi primo también porque íbamos a una velocidad extremadamente rápida. Doblamos en una esquina para despistarlo, pero sin darnos cuenta terminamos en un callejón, no teníamos escape.
No había salida, estábamos frente a frente con el hombre, que además estaba armado con un arma blanca. Y cuando estaba a tan solo unos metros de nosotros, milagrosamente, respondiendo a nuestros pedidos de ayuda, dos policías que estaban rondando por la zona, saltaron en nuestra ayuda derribando al ladrón. Gracias a Dios no nos pasó nada y llegamos sanos y salvos a la casa de nuestra abuela.
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