El
pasado viernes 31 de octubre, nuestro país, fue azotado por un
fuerte temporal, ocasionando importantes daños especialmente en los
departamentos del litoral del río Uruguay.
Vientos
de 120 km por hora y lluvias intensas, poco usuales para la época,
generaron el desborde de ríos y arroyos. Las pérdidas fueron
incalculables. Viviendas sin techos, cosechas perdidas y el desánimo
de las personas que no podían creer lo que les estaba pasando.
Los
lugareños se vieron sorprendidos por esta inesperada situación ya
que los informes meteorológicos no preveían tal gravedad.
Familias
enteras tuvieron que ser inmediatamente evacuadas hacia zonas altas y
protegidas como centros de refugios, dejando sus pertenencias, muchas
veces, a la buena suerte de que ningún oportunista accediera a
propiedades ajenas.
Un
grupo de jóvenes, al cual pertenezco, nos organizamos para ayudar a
los evacuados, no sólo llevando ropa seca, sino conteniendo en
especial a niños y ancianos que son los más desprotegidos de
nuestra sociedad.
En
esa actividad, fuimos recorriendo los centros de refugios y entre
todos colaboramos en la preparación de comida caliente y en la
repartición de abrigo.
Otros vecinos que no
sufrieron tantas pérdidas se fueron sumando en la ayuda y
colaboraron con muchas ganas para alivianar el trabajo a nosotros y
a los afectados.
En
estas situaciones adversas se puede ver claramente la solidaridad del
pueblo uruguayo.
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