La
problemática sobre la baja de la edad de imputabilidad, es un tema
que ha movilizado a la población uruguaya de todas las edades.
Encuestas realizadas, determinaron que sólo el 4,5 % del total de
los delitos cometidos en Uruguay son protagonizados por adolescentes
y desde la década del 90 esa cifra se mantiene sin grandes
variaciones, según datos presentados por el Comité de los derechos
del Niño Uruguay. “Se están magnificando las infracciones
cometidas por adolescentes en términos que no se corresponden con
los datos de la realidad”, dijo Luis Pedernera, coordinador de los
derechos del Niño Uruguay. El 64% de los uruguayos al principio
estuvo a favor de bajar la edad de imputabilidad penal a los 16 años,
según una encuesta de Equipos realizada entre el 2 y el 10 de
diciembre del año pasado, marcando un ascenso respecto a un año
antes cuando el porcentaje era del 60%, bajando algunos puntos al
presente. En principio, en contra de la baja solamente se expresó el
21% y fue apoyada por el 77% de los que dicen votar al Partido
Colorado y el 78% de los que prefieren al Partido Nacional,
debiéndose destacar que el precandidato por el Partido Nacional
senador Jorge Larrañaga, está en contra de la baja. Entre los
simpatizantes del Frente Amplio, y pese a que el partido de gobierno
se ha expresado en contra de la iniciativa y hace campaña en ese
sentido, el 53% al principio dijo estar a favor de la baja de la edad
de imputabilidad penal, aunque ese porcentaje también ha bajado
últimamente al vigorizarse la campaña en contra de la iniciativa,
aunque se ha mantenido la posición adoptada por la gente según las
edades. En ese sentido, el 65% de las personas con entre 18 y 29 años
apoya la rebaja de la edad y el porcentaje es de 57% entre quienes
tienen entre 30 y 39 y los porcentajes suben a mayor edad del
encuestado. Haciendo un poco a la breve historia, cabe recordar que
el diputado de “Vamos Uruguay”, Germán Cardoso, presentó el
proyecto de ley que disminuye a 16 años la edad de imputabilidad de
los menores que cometen delitos como homicidios, asesinatos, lesiones
graves y violaciones. El proyecto, que fue presentado a la Cámara de
Representantes y que Cardoso considera que a partir de los 16 años
de edad, los adolescentes pueden discernir cuándo cometen o no un
delito que lesiona a otra persona. Esto implica que no se trata de
una disminución genérica de la edad de imputabilidad de los
menores, sino que solo se refiere a aquellos adolescentes autores de
delitos graves. "Es hacerlos responsables de sus hechos ante
jueces de adultos", explicó el parlamentario colorado. Por
contraposición, la izquierda tiende a estar en desacuerdo con bajar
la ley de imputabilidad, con el argumento de que “la baja es un
retroceso, una baja moral, una propuesta simplista que quiere bajar
la edad de imputabilidad de 18 a 16”.
En
mi opinión, bajar la ley de imputabilidad está mal. Los
adolescentes que recurren a robar, no son jóvenes con las mismas
oportunidades que nosotros. Son jóvenes que capaz que no tienen un
techo, una casa decente, nunca pudieron acceder a una escuela ni a un
libro. Capaz que son jóvenes que tienen que vivir todo el día con
violencia, que tienen que convivir con un padre abusando de su madre,
o que andan para la misma o peor. Las drogas, el alcohol. Son
adolescentes que tienen que salir a trabajar en los semáforos y por
poco rogar que les des una moneda, porque si llegan a su casa con las
manos vacías les pegan. Ellos se criaron rodeados de violencia, no
conocen otra cosa, y encarcelarlos es seguir retroalimentándola. Es
combatir la violencia con violencia. Un adolescente que se crió en
ese contexto, y lo mandas a la cárcel ¿Qué logras? ¿Qué se
arrepienta? ¿Qué se de cuenta de que hizo las cosas mal? ¿O solo
se está “solucionando” la violencia, con más violencia? Capaz
que se puede solucionar la inseguridad por un tiempo, capaz que 5,
10, 15 años, de mientras de que el adolescente este en la cárcel,
pero cuando salga de nuevo, va a salir 10 veces peor de lo que entró.
Cómo
dijo el argentino Ricardo Darín: "Nos sensibilizamos cuando
vemos una película o leemos un libro pero estamos todo el tiempo
narcotizados. Si no lo estuviéramos no podríamos convivir con los
miles de pibes que están en los semáforos con los mocos hasta las
rodillas, a las cuatro de la mañana, muertos de frío, absolutamente
abandonados por su familia, por el Estado, por todos nosotros.
Nuestro problema se soluciona cuando subimos la ventanilla y el
semáforo se pone en verde. Pero no nos sacamos el problema de
encima, todo lo contrario; lo estamos postergando. Ese pibe
abandonado mira para adelante y la vida no le ofrece nada bueno. ¿Por
qué cuando se cruce conmigo y tenga un arma en la mano va a creer
que mi vida es algo respetable, si yo no lo respeté nunca?"
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